Vaya revuelo que causó el supuesto documento #BOA que dio a conocer Andrés Manuel López Obrador y que mayoritariamente generó una serie de reacciones de burla, tanto en la opinión pública como en la llamada clase política. Más allá de la dudosa procedencia del documento y del derecho que tendrían los ahí mencionados de asociarse y crear un frente opositor, queda la duda de la veracidad, del autor intelectual y de quién informó al presidente de la existencia de ese texto, que al final, al hacerse público, solo exhibió al mandatario dejándolo en completo ridículo.
Hemos reiterado la crisis por la que atraviesa el gobierno federal y la pésima estrategia que adopta López Obrador para hacerle frente, sobre todo cuando se trata de un personaje que difícilmente escucha una voz u opinión que no sea la suya. Sin embargo, provenga de donde provenga el documento BOA, su aparición invita a reflexionar sobre la formación, perfiles y vicios de los pocos funcionarios públicos que se encuentran cercanos a la figura presidencial. Entre esos pocos, destaca un personaje por encima de los demás: Gabriel García Hernández, el Coordinador General de los Programas para el Desarrollo.
El “sauyan” como se le conoce a la boa en Tabasco, es un reptil que posee características muy peculiares, perteneciente a la fauna silvestre de nuestro país, se trata de un animal nocturno, solitario, voluminoso y grueso que suele pasar el día escondido, siempre atento a emboscar a sus presas. Un comportamiento bastante similar al de Gabriel García cuya influencia y poder dentro de Palacio Nacional es indiscutible.
No es una exageración cuando se afirma que el coordinador de los programas para el desarrollo maneja recursos y opera actividades, tanto en el gobierno federal como en MORENA con cierta perversidad, lo que deriva en un funcionario al que le temen sus correligionarios, pero que además es señalado por la impunidad que le otorga la cercanía con el presidente y el bajo perfil con el que se suele conducir.
Muestra clara de lo anterior, son los reclamos de irregularidades en el manejo de los programas que tanto presume AMLO, no solo por la oposición o los sectores organizados, sino hasta en MORENA, ya que hasta el momento no han sido más que un fiasco. Empezando por lo ridículo que resultó el famoso censo para el bienestar; sembrando vida denunciado por campesinos, porque por más que se esfuerzan en Bienestar, nadie sabe explicar quién recibió el recurso; Jóvenes construyendo el futuro coptado por cientos de empresas fantasmas, algunas de ellas operadas desde la misma Secretaría del Trabajo donde a los jóvenes se les pide un “moche” como el que critica López Obrador del 75% de lo que perciben a cambio de que no se presenten a la supuesta capacitación o el programa de adultos mayores, que se encuentra en la incertidumbre. Solo por mencionar algunos casos.
Es evidente que este arrogante funcionario de la 4T está tejiendo una amplia red de impunidad y de corrupción, cuyo poder es sumamente parecido al que llegó a acumular García Luna en el sexenio de Felipe Calderón, sería casi imposible que un viejo lobo de mar como Andrés Manuel no lo sepa, o quizá lo sabe, pero ha llegado a tanto el compromiso con el leal “sauyan” que ya le es difícil prescindir de él.
En fin, más allá de todo lo que desató esta pifia del lopezobradorismo llamada BOA, estamos obligados todos los actores a hacer un urgente alto en el camino. La polarización debe detenerse de inmediato, comenzando por el presidente. Una muestra debiera ser que Andrés Manuel haga ajustes en el gabinete y despida a Gabriel García del área que dirige, dicte órdenes a la Secretaría de la Función Pública para que haga su trabajo y someta al funcionario a una investigación que permita determinar si ha hecho mal uso de los programas y se le inhabilite de inmediato.
A pesar de lo mencionado, la sociedad y el electorado si tienen alternativa para el 2021, pero esta no se encuentra en MORENA y mucho menos en la oposición supuestamente erigida en una BOA y concentrada en la imaginación de Gabriel García de quién se apostaría, tuvo algo que ver en la filtración del “documento”. La alternativa para la participación política se encuentra en los colectivos democráticos (organizaciones indígenas y campesinas, ambientalistas, estudiantes, feministas, comunidad LGBTTI, etc.) los que a diario representan las demandas y aspiraciones de la sociedad. El verdadero bloque está en estos sectores, quienes no precisamente están en contra del presidente, sino a favor de la construcción de una mejor sociedad y que en pocos meses lograrán construir un punto de encuentro donde caminarán juntos. Ahí está la alternativa.