Por Pedro García
Después de la malograda alternancia que significó Jaime Rodríguez Calderón en Nuevo León, las próximas elecciones serán lo más parecido a un baile de máscaras, a un carnaval del engaño en donde, sin embargo, el día después de los comicios nadie podrá llamarse a sorprendido puesto que el teatro está montado con protagonistas y antagonistas trenzados en una obra de desnudismo político inmoral titulada: “el chapulineo por el hueso”, en la coyuntura por no vivir en el error, es decir, fuera del presupuesto.
En otras palabras, los electores ya tienen en claro las ofertas que se están disponiendo, por lo tanto, no habrá fraude a la inteligencia ciudadana.
El cambio de chaqueta partidista es la oferta contundente; así, la gente ya sabe el destino que le espera y que no habrá devolución.
En otra columna POLÍTICA Y GENTE habíamos señalado que los partidos políticos se han anquilosado, paralizado, en su tarea interna de promover la democratización de sus procesos, la participación de la militancia y la posibilidad de aumentar sus padrones.
Esto, al parecer, se comprueba con algunas siglas que registran una sensible reducción de militantes y corren el riesgo de un achique más sensible, derivado de lo asentado líneas arriba.
En consecuencia, hay partidos que podrían despedirse de la competencia tras los resultados de los comicios de junio lo que abriría la posible emergencia de nuevas siglas en relevo de los que se resisten a la renovación.
Los probables partidos nuevos deberán surgir con la bandera de la honestidad ideológica y una militancia genuina cargada de ciudadanía.
En ese ámbito, hay personas que buscan llegar a cargos de elección popular postulados por partidos con la categoría de Ciudadanos y, estimamos, que ese afán no es despreciable.
De ese modo anda activo, por ejemplo, Roberto Carlos Jasso , con trayectoria profesional como administrador de empresas turísticas y activista social quien si bien ha tratado de encontrar un sitio en el servicio público como representante popular, ha topado con dificultades por todo lo que implica el sistema político partidista.
Un amigo de esta columna, Ismael Guerra Padilla es otro ciudadano que ha intentado llegar a un cargo de legislador y no ceja en sus propósitos.
Ismael es un joven político inquieto. Es un profesionista médico y empresario con sinceridad de propósitos y no pierde la fe y espera contar con la confianza de los electores, en junio próximo.
Así, hay otros hombres y mujeres que luchan desde el terreno del activismo social que podrían ser buenas ofertas políticas y como factor de renovación en las propuestas de los partidos tradicionales o los de nuevo cuño.
Estimo que en Nuevo León existe una cantera potente de ciudadanos en los distintos ambientes del sindicalismo, las asociaciones vecinales, comunitarias, trabajadores, estudiantes universitarios, catedráticos, investigadores, pequeños comerciantes e industriales y un largo etcétera de habitantes que podrían hacer la diferencia que tanto reclama la sociedad para hacer el cambio definitivo en el quehacer público.