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Transforma confinamiento hábitos alimenticios

A nivel global, la pandemia por coronavirus SARS-COV2 ha modificado la dinámica social y con ello los hábitos alimenticios de millones de personas. El confinamiento es uno de los principales factores que alteró la manera en la que la población compra y consume alimentos.

Estudios consultados por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO) revelan la forma diversa en que la pandemia ha impactado: mientras algunos cocinan más en casa, otros aumentaron su peso por ingerir más productos ultraprocesados, algunos implementaron dietas saludables para mejorar su sistema inmune, en tanto que otros más sufren el agravamiento de sus desórdenes alimenticios.

Por ejemplo, en México, el Centro de Investigación en Nutrición y Salud del Instituto Nacional de Salud Pública (CINyS-INSP) junto con el Programa Mundial de Alimentos (PMA) realizan una encuesta en donde han identificado diversos efectos de la contingencia por COVID-19; destaca que hasta el momento, el 42% dijo haber mejorado su alimentación, el 46%  no reportó cambios, mientras que el 12% restante señaló que la empeoró.

Asimismo, el 39% dijo haber disminuido el consumo de comida chatarra, 23% lo aumentó y el 38% siguió teniendo el mismo hábito. El estudio también refiere una reducción de la actividad física en 53% de las personas entrevistadas, en tanto que 24% la acentuó y 22% no tuvo cambio. Respecto a la percepción sobre su peso, el 24% señaló sentir que lo redujo, mientras que el 36% percibió un incremento y el 38% lo mantuvo igual.

Otro estudio efectuado en Estados Unidos reveló que el 85% de su población hizo cambios en su dieta, algunos positivos y otros negativos. Por ejemplo, se pudo observar que, en contraste con 2019, disminuyó de 80 al 74% el número de personas que evitaban los azúcares en su alimentación.

Los participantes en dicha investigación refirieron las razones por las cuales lo hacen, entre ellas, evitar calorías adicionales (46%) y considerar que no es saludable (42%). Sin embargo, los resultados también arrojaron que el 32% comió más snacks entre comidas, derivado de una mayor accesibilidad por estar en casa, y aun cuando el 43% dijo haber seguido una dieta durante 2020, dato que creció ante el 2019 cuando el 38% afirmó haberse sometido a un patrón de alimentación específico.

En ese mismo sentido y con relación al 2019, la encuesta también registró el aumento del  ayuno intermitente (10%), la alimentación sana (9%), la dieta cetogénica o rica en grasas (8 %) y las dietas bajas en carbohidratos (7%). Mientras que los principales motivadores para las nuevas dietas fueron perder peso (47%), sentirse mejor y tener más energía (40%), mejorar la apariencia física (39%), proteger la salud a largo plazo y prevenir problemas de salud futuros (37%), así como evitar el aumento de peso (36%).

Un reporte de la empresa Nielsen parece contrastar con la encuesta arriba mencionada, ya que identificó que también en Estados Unidos, Campbell’s aumentó en un 93% las ventas de su sopa enlatada entre marzo y mayo del año pasado, para después de esos meses, regresar y mantener un crecimiento del 32%.

De igual manera, el corporativo General Mills, que engloba varias marcas de cereales para el desayuno, reportó un incremento del 29% a fines de marzo y volvió a subir a 37% en la tercera semana de abril, mientras que Kellogg’s registró un 51% más en sus ventas de waffles congelados, panqueques y tostadas francesas entre los norteamericanos.

Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, por sus siglas en inglés, ha recomendado mantener una dieta rica en cereales integrales, frutos secos y grasas saludables como las de oliva, sésamo, maní u otros aceites ricos en ácidos grasos insaturados, con la finalidad de fortalecer el sistema inmunológico y ayudar a reducir la inflamación, al tiempo que advirtió que el confinamiento por la pandemia puede generar estrés y con ello desatar o agravar los trastornos alimenticios.

Sumado a esto, una investigación llevada a cabo en Australia encontró que las conductas de restricción, atracones, purgas y ejercicio han venido en aumento a partir de mayores niveles de ansiedad y estrés debido al aislamiento social.

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