Por Pascacio Taboada Cortina y Jorge Martínez Cedillo
Tres temas –entre muchos otros—sobresalen en la agenda presidencial durante los días recientes, con gran repercusión en el ánimo informativo de millones de mexicanos, aunque para muchos con un efecto que confirma el carácter de gobernar de un presidente con poder omnímodo, y su creencia de que toda su administración “trabaja de maravilla”.
Esto ocurre, cuando México entero se debate entre la pandemia de SARS-CoV-2, sin poder demostrar que la “curva se ha aplanado” en cuanto a afectados, contagiados y fallecidos, y con un esquema de vacunación irregular y confuso; el desarrollo económico, que no deja de tocar fondo, y la tergiversada información respecto del costo financiero que implicó la cancelación –más por capricho que por necesidad—del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, en Texcoco, y su opción de erigirlo en lo que fue la Base Militar de Santa Lucía.
Desde hace dos años en que asumió el cargo de presidente de México Andrés Manuel López Obrador, todos los mexicanos mantenemos un estado de tensión en espera de que, en sus acciones y sus discursos repetitivos, entrevere acciones y medidas de política económica –empleo, ingreso y dinámica derivada del consumo—que marquen la diferencia entre la pobreza en caída vertical y un repunte que nos lleve a mejores condiciones de vida, ya no digamos de bienestar. Sin embargo, todos los días se repite la frustración.
Al grano: ante la pandemia que se enseñorea prácticamente en todos los países del mundo, el gobierno de México se olvidó de que el país no debería perseguir los primeros lugares por el número de fallecimientos debido al contagio –actualmente ocupa el tercer sitio, con más de 180 mil muertes por Covid-19, después de Estados Unidos y Brasil—por el descuido y mala estrategia de coordinación institucional; falta de experiencia en políticas públicas y un coordinador, Hugo López Gatell, contagiado igual que el presidente por no utilizar protección del ‘cubrebocas’; quien habla, razona y turistea como político, “disfrazado de científico”.