Por Juan Magallanes Robles
“No hay plazo que no se cumpla; ni fecha que no se llegué”. Pues sí estamos de nueva cuenta inmersos en las campañas electorales, época de promesas, de sonrisas y de recorridos por las calles tratando de palpar de nueva cuenta el pulso de la ciudadanía. Al contrario de las otras campañas, las de hoy están sobre reguladas por la pandemia del Covid-19. Y si los candidatos pueden hacer eventos públicos es porque la Secretaría de Salud ha hecho una excepción y les ha permitido acercarse a los ciudadanos para que puedan llevar su mensaje.
Lo malo de todo esto, es que los candidatos no han entendido que los mensajes tienen que llegar de otra manera a los ciudadanos. Se han empeñado en organizar los eventos tradicionales, con actos en donde supuestamente se respeta el aforo, la sana distancia y el control de acceso con temperatura, pero en realidad, hasta ahora muy pocos los respetan. Principalmente los candidatos que no quieren dejar la oportunidad de complacer con la “selfie”, con el saludo discreto con el puño y el acercar el oído cuando se trata de un asunto delicado.
La primer semana ha sido fatal. Fatal porque faltan ideas, propuestas y sobran discursos repetitivos y programas reciclados que nunca llegaron a concretar. ¿Qué les pasa a los estrategas? Tuvieron un año para diseñar campañas de altura, proactivas y propositivas, en lugar de empeñarse en meter a unos pobres comediantes al bote, tan sólo por unos comentarios.
Los candidatos además están mal preparados, les falta dicción, falta el discurso hilado, estructurado y coherente que convenza con las palabras precisas. Les falta calle, como dice mi sobrino, porque no están acostumbrados a la pregunta directa de los periodistas y prefieren las preguntas a modo de las focas.
Pero esto es apenas el comienzo…
“Bon Voyage”