Por Pedro García
El panista Ricardo Anaya “dejó” México para evitar su arresto y procesamiento judicial por actos de corrupción, toma de dinero para apoyar la reforma petrolera en el sexenio de Peña Nieto. La toma de dinero procedió de entregas de la empresa privada Odebrecht, luego, no fue numerario del presupuesto gubernamental (¿o sí?).
En declaraciones previas a la versión de que la Fiscalía General de la República lo arrestaría, Anaya ha desmentido su participación en la corrupción pro-reforma petrolera, presunto acto ilícito que incluye a otros actores políticos.
En estas horas, el panista anuncia que abandonará el país por un tiempo para evitar su enjuiciamiento y vinculación judicial situación que le haría perder sus derechos políticos y la probabilidad de postularse a la Presidencia, el 2024.
El caso implica una acción ministerial que algunas voces (no las anti-AMLO) ya exigían y levantaban críticas negativas contra el titular de la FGR, Alejandro Gertz Manero por su aparente lentitud y hasta de falta de voluntad para proceder contra “peces gordos”, símbolos de la corrupción del pasado, Peña Nieto y Videgaray, por delante.
Mientras tanto, está encima el debate sobre si Ricardo Anaya debió enfrentar a la Ley, defenderse con argumentos que echen abajo su presunta vinculación en actos corruptos, ante la garantía del presidente López Obrador que el caso no está inscrito en ninguna venganza personal. El indiciado ha puesto distancia de por medio.
Naturalmente, los principales partidos opositores al gobierno de López Obrador ya han sacado “la casta” y anticipan que el panista no está solo y será defendido, lo cual está por verse toda vez que el tema de la corrupción Odebrecht salpicó, o se dejaron salpicar, a no pocos políticos.
Así, es probable que el gato comience a rodar el ovillo y aparezcan más involucrados en el que caso judicial que se antoja como el más espectacular, y sin precedentes.
Entre tanto, Anaya entabla su defensa no en los espacios judiciales sino en los de la discusión posible, es decir, en los medios de prensa.
Vamos a ver si abogados famosos, anti-AMLO, algunos de ellos panistas, considerados como unas chuchas cuereras, salen a la defensa formal de su compañero de partido.
Veremos si dichos litigantes saltan de las opiniones en redes a formar un bloque de abogacía que derroten las infundadas acusaciones de que se duele Ricardo Anaya.
El caso debe ir a los espacios judiciales, es decir, con Anaya haciéndose presente y evitar el pataleo político, pues esto último lo único que provoca es que la acusación siga en firme y eventualmente salga la orden de arresto y la consecuente ficha roja en la Interpol.
Otra salida, para Anaya, es irse a Israel y declararse perseguido político.