China, Estados Unidos, India y Australia, que están entre los países más contaminantes del planeta y que en conjunto suman más del 53 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono, se negaron a suscribir un acuerdo propuesto por el Reino Unido para reducir el uso del carbón en sus actividades industriales y comerciales. Rusia, otra nación en la lista de más nocivos para el medio ambiente, ni siquiera entró negociar. Sí lo hicieron y lo firmaron 40 países, pero de tamaño pequeño o mediano, como Polonia, Vietnam y Chile.
La Cumbre de las Naciones para el Cambio Climático de Glasgow (COP26) no acaba de perfilar los compromisos que la mayoría de la sociedad civil representada en la cita multilateral exigen. Mientras, los representantes de las comunidades indígenas, los ambientalistas, los jóvenes -cada día más exasperados por la “negligencia” de los políticos- y la comunidad científica reclaman más contundencia para alcanzar el gran objetivo, que es no superar los 1.5 grados Celsius del calentamiento del planeta a finales del siglo, que supone además salvar al planeta. Pero los políticos y los representantes de las grandes corporaciones empresariales, que son finalmente los que están negociando en privado las resoluciones definitivas del encuentro, siguen lanzando mensajes decepcionantes.
El gobierno del Reino Unido, que es además el anfitrión del encuentro, había anunciado los días previos que hoy, el día dedicado a la transición energética de la COP26, se iba a dar un anuncio importante de cara al futuro. Pero las negociaciones encallaron en algún momento, porque finalmente se confirmó no sólo que el acuerdo era insuficiente, sino que se habían descolgado cuatro de los países que más interesaba incluir, al ser los más contaminantes y en el caso de Australia, uno de los principales productores y exportadores de carbón.
El gobierno británico explicó que el acuerdo sigue abierto, para el que se quiera ir sumando a lo largo de la COP26 y en el futuro, y detalló que entre los más de 40 países que se han adherido a la declaración, se incluyen 18 que se comprometieron a eliminar gradualmente y/o no construir o invertir en nuevas energías que utilizaran carbón. Otros 28 países se han adherido a una “antigua alianza del carbón” para eliminar gradualmente el uso de este combustible fósil.
La ausencia de los cuatro países citados es en realidad un gran impedimiento para lograr el gran objetivo del 2030, ya que China, por ejemplo, es el primer emisor mundial de gases de efecto invernadero y se calcula que sólo en el 2021 lanzó a la atmósfera el 31 por ciento del total de CO2, según un informe difundido paradójicamente también en la COP26 y casi de forma simultánea a la presentación del acuerdo fallido o cojo.
Ese mismo informe, además, confirmó algo malo para el medio ambiente y supuestamente bueno para la recuperación económica tras la pandemia: que los índices de emisión de dióxido de carbono se habían recuperado del todo y ya se había alcanzado de nuevo los niveles del 2019. El informe fue elaborado por científicos de la Global Carbon Project, que expresaron su profunda preocupación ante el giro que estaba tomando la COP26 con un rubro tan vital para el mundo, como es el del carbón y el de la transición energética.
El informe explica que en el primer año de la pandemia, el 2020, hubo un descenso del 5.4 por ciento de las emisiones mundiales y que, tras recuperarse la actividad anterior a la crisis santiaria, ahora no se descarta un nuevo aumento en 2022. Está previsto que la concentración de CO2 en la atmósfera alcance las 414.7 partes por millón (ppm) en 2021, lo que supone un 49 por ciento más que en los niveles preindustriales (siglo XVIII), cuando era de 277 ppm.
El profesor Pierre Friedlingstein, del Instituto de Sistemas Globales de Exeter del Reino Unido y autor principal del estudio, explicó durante la presentación que “el rápido repunte de las emisiones tras la pandemia refleja un retorno hacia la economía basada en los combustibles fósiles y refuerza la necesidad de una acción global inmediata sobre el cambio climático”.
En el informe también se señala, con pesar, que China sigue siendo el principal emisor y que sigue aumentando el uso de combustibles fósiles. Con la India, los dos son los “responsables históricos de la mayor parte de las emisiones acumuladas hasta la fecha”. Un balance al que hay que sumar a Estados Unidos.
En la COP26 también se alertó de la urgencia y la prioridad de proteger los océanos, ya que esto supone además una cuestión de “supervivencia humana”, según explicaron un grupo de científicos que llaman a los políticos en la COP26 a no ignorar las advertencias de la naturaleza y adoptar medidas para paliarlas. Son las conclusiones del artículo El océano olvidado: por qué la COP26 debe exigir una mayor ambición y urgencia a la hora de abordar el cambio oceánico, en el que han participado científicos de todo el mundo, entre ellos la bióloga y divulgadora marina Silvia Earle.
Su mensaje es también contundente y dramático: “no podemos seguir maltratando los océanos o pereceremos como especie”.