Al día siguiente de la espectacular victoria de Gabriel Boric en las elecciones presidenciales en Chile, que con 11.74 puntos de ventaja y cuatro millones 620 mil votos lo convierten en el más votado de la historia, el primero proveniente de una región que no sea la capital y el más joven en ser electo, los analistas ensayan explicaciones acerca de la combinación de sucesos que llevaron a este momento de recambio generacional en la política.
Simultáneamente, Boric, que en su discurso la noche del domingo comenzó a asumir la dimensión republicana que implica conducir al país, continuó con el rito de las formas correctas y participó este lunes en una reunión de dos horas con el presidente Sebastián Piñera, para acordar la coordinación de la transferencia del poder.
Tras esa reunión, que ocurrió después del mediodía, el presidente electo buscó dar señales para despejar incertidumbres, habida cuenta de que los mercados financieros, accionario y el tipo de cambio, reaccionaron histéricamente: los títulos preferentes cayeron 6.2 por ciento -los más perjudicados fueron los de las mineras y de las administradoras de pensiones- y el peso perdió poco más de cuatro por ciento para anotar su peor registro histórico ($876 por dólar). Según los operadores, más que por el triunfo de Boric, que estaba internalizado, lo que revolvió las aguas fue la amplitud de su ventaja frente al ultraconservador José Antonio Kast (55,87 por ciento de los votos frente al 44,13).
Tras referirse brevemente al encuentro con Piñera -“fue una reunión con altura de miras, hoy estamos más conscientes de los tremendos desafíos que debemos abordar”-, el presidente electo afirmó que “estamos iniciando las conversaciones” para la integración del gabinete y que anunciará los nombres en no más de un mes.
“Hay que llevar adelante un proceso de chequeo y contra chequeo, para no equivocarse”, explicó, prometiendo paridad de género y no cuoteo entre los partidos, sino que “vamos a incorporar a las personas más capacitadas, seguramente varios independientes”.
Insistió en que habrá responsabilidad y convergencia fiscal porque “Chile requiere cuentas claras, una macroeconomía ordenada, porque si no se termina retrocediendo. Gastos permanentes tienen que ser con ingresos permanentes, vamos a avanzar en reformas estructurales, pero paso a paso, para no desbarrancarnos”.