Con Pedro García
El cumplimiento del tercer año de gobierno del presidente López Obrador ocurre en un ambiente muy parecido a tiempos prelectorales, intensivos políticamente, bajo la influencia formidable del mandatario quien tiende las redes de tentación a cuadros distinguidos de la oposición: gobernadores, con ofertas de adhesión al régimen de la 4T tocando las alarmas en partidos rivales a Morena, particularmente, el PRI y el PAN, optando, éste último, por peticiones (conseguidas) de audiencia, y el tricolor despojándose de la premisa del neoliberalismo con una aspiración de congraciarse con el vulgo otorgando –probablemente-, los votos necesarios para la reforma Constitucional en la materia eléctrica.
Encima de lo anterior, hay un factor que le da López Obrador un gran margen de maniobra, es decir, su grado de aprobación oscilante del 60 al 70 por ciento.
AMLO ha navegado en aguas procelosas, acaso propiciadas por él mismo, al desplegar un discurso desafiante ante la oposición, una parte de los medios de información y opinadores a los que tilda de con servadores, simuladores e hipócritas.
La postura del Presidente, al parecer, cuenta con la aprobación mayoritaria de la población, de acuerdo con las frecuentes encuestas publicadas durante toda la primera mitad del régimen obradorista.
Ese apoyo ha provocado en priistas y panistas la necesidad impostergable de atenuar su posición de estar en contra de todo y a favor de nada toda vez de la inutilidad de la estrategia.
AMLO contesta con una convocatoria a la unidad y al trabajo a lo cual se plegaron la totalidad de los gobernador@s de los estados, en reciente sesión en Tabasco donde se celebró el Consejo Nacional de Seguridad Pública y Protección Civil.
En otras palabras, la alianza “federalista” de gobernadores pasó a la historia del olvido y se revitalizó la Conferencia Nacional de Gobernadores, CONAGO.
Si bien el presidente López Obrador juega con cartas abiertas, no se esconde nada bajo la manga, el PAN, por ejemplo, quiere saber qué más porta AMLO y decidió meterse a los terrenos del “monstruo” para dialogar con el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, poderosos interlocutor definido por su jefe como un político paciente y que sabe escuchar. Gira de trabajo en Tabasco:
“Y aquí quiero aprovechar que este trabajo de buscar la unidad tiene que ver con el secretario de Gobernación, Augusto López Hernández, que me está ayudando mucho; si no, vendría aquí a Villahermosa a acusarlo, pero vengo, al contrario, a decirle a los paisanos que Adán me está ayudando, me está aligerando la carga. Y ya no sólo es mi punto de vista, sino hay coincidencias de varios actores en la función pública, en la política, de que Adán tiene muy buenos modales, buenas prácticas.”
En paralelo, el Presidente y MORENA está en su proceso interno de posicionar a sus cartas para el 2024 donde no es difícil advertir que está desplegada una guerra de relativa intensidad entre los principales cuadros en contienda en donde, según encuestas, cualquiera de ell@s podría suceder a López Obrador en tanto que, el partido creado por AMLO, también llegaría con un margen suficiente para alcanzar la victoria.
Toca a la oposición echar a perder la fiesta. ¿Podrá hacerlo?