FACETAS DE MÉXICO
Pascacio Taboada Cortina/ Jorge Martínez Cedillo
· Vándalos que ingresaron al capitolio igual serán procesados
· En México quedarán impunes 300 mil fallecimientos por covid
· Habría que añadir a más de 4 millones de contagiados debido al desconocimiento o negligencia
El discurso pronunciado por el Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, el jueves 6 de enero de 2022, a un año de ocurridos los hechos violentos y sangrientos provocados por 725 vándalos que tomaron por asalto el recinto simbólico de la democracia norteamericana, El Capitolio, sede del Poder Legislativo, por mandato del entonces presidente Donald Trump, cayó muy bien en el ánimo de muchos mexicanos y ciudadanos estadunidenses, por la firmeza y decisión del actual mandatario, quien destacó que no habrá tolerancia para nada ni nadie, y que se aplicará la Ley para mantener la seguridad nacional y la protección de la ciudadanía.
Ese escándalo marcó un hito en la historia de Norteamérica por lo inusitado del hecho, por la forma del asalto que no se daba desde tiempos de la Independencia, y por la prepotencia con que los vándalos treparon por la fachada del edificio y el maltrato que dieron a los vigilantes en turno. En el hecho, se registraron cinco decesos y decenas de heridos. Todo esto, no quedará impune, aseguró el Presidente Biden.
En México también sería saludable que no se permitiera la impunidad. En este caso, no sería por asaltos –de por sí se cometen un día sí y otro también, en particular en transportes de pasajeros y en las carreteras—de vándalos que utilizan armas con tanta impunidad, que ya parece costumbre que estos hechos ocurran. “¿Y la Guardia Nacional, y el Ejército y las policías estatales y municipales?”. Si llegan, regularmente muchas horas después, es sólo para tomar nota de los hechos delictivos y reportarlos a sus superiores. La impunidad es de grandes dimensiones y está presente de muchas formas.
Expertos en diferentes disciplinas han dado cuenta de que, por ejemplo, en el Sector Salud, quedarán impunes 300 mil fallecimientos reconocidos por dependencias del gobierno federal por efectos directos de la pandemia de Coronavirus, y 300 mil más relacionados con la propia enfermedad viral, de acuerdo con estadísticas de INEGI, por ejemplo. Habría que añadir a más de 4 millones de contagiados debido al desconocimiento o negligencia en el quehacer sanitario por parte del propio presidente de la República, de gobernadores correligionarios y presidentes municipales o alcaldías de la Ciudad de México.
Todos ellos han dejado a un lado su responsabilidad de proteger a los ciudadanos o creyentes en esas autoridades que anteponen sus intereses políticos a los problemas sanitarios. Han convocado a miles de seguidores a concentraciones políticas, como fue la del Zócalo de la Ciudad de México el uno de diciembre, o festividades por los tres primeros años de la jefa de Gobierno de la propia ciudad, sin importarles que la pandemia sigue latente a través de otras variantes, como Delta y, en los últimos días, la llamada Ómicron.
La propia enfermedad se ha encargado de demostrar la ineficiencia de autoridades y empresas de aviación, a través de la suspensión de vuelos por contagios de pilotos y grupos de aeromozas –desde los últimos días de diciembre de 2021 y primeros de enero de 2022—que obligaron a aplicar cancelaciones de cientos de vuelos, con los consecuentes problemas de viajeros varados en los aeropuertos de México—en lugar de que fueran las autoridades políticas y sanitarias las que debieron haber ordenado la aplicación de miles de pruebas para la detección del virus, a fin de evitar contagios masivos.
Otras formas de impunidad en nuestro México, a cargo del gobierno federal y vigentes en el gobierno sexenal del Presidente López Obrador, se gestan en la desaparición de proyectos productivos relacionados con las “energías limpias”, como el uso del viento para producir electricidad, o el aprovechamiento de la energía solar, incluso el movimiento de las olas del mar. Todas estas energías no contaminantes.
Sin embargo, nuestro gobierno, en lugar de eso, da un fuerte impulso a la extracción y refinación del petróleo. Ya hasta compró una refinería en el estado de Texas, EU –que se dice es “chatarra”—por la nada despreciable cantidad de más de mil 600 millones de dólares (sí, porque tenía pasivos por mil millones de dólares), y también construye “su obra cumbre de Dos Bocas en Tabasco”, cuando otros muchos países de avanzada en la actualidad, promueven el desarrollo científico y tecnológico para la multiplicación de energías limpias.
Un caso en particular, debería tomarse en cuenta o, por lo menos, conocerlo. Recientemente el Gobierno de Inglaterra, obviamente perteneciente al “primer mundo”, se ha puesto de plazo hasta el 2030, para dejar de producir y utilizar automotores que utilicen la gasolina como combustible, y cambiar a automóviles y transportes de carga con combustibles que no contaminen, fundamentalmente eléctricos. Esta es la tendencia en el mundo, a excepción de México y otros países de América Latina, esperanzados en el petróleo para seguir contaminando a nuestro Planeta Tierra.
Es necesario tener presente que la pandemia de Covid 19, no se ha “aplanado”, a diferencia de lo contrario que afirma y vuelve a afirmar el Presidente López Obrador, porque aparecieron otras variantes, como Delta Ómicron, en tanto que el mandatario repite que México es el primero en el mundo que ha importado 200 millones de dosis de vacunas.
Nosotros decimos, si la población de México anda en 130 millones de habitantes, ya debieron haberse protegido. Pero hay que ver la realidad: las vacunas no son para todas las edades de manera indiscriminada y, por otra parte, primero se recomendó la aplicación de dos vacunas para adultos mayores y así, enseguida, como continuaban los contagios y muertes, se recomendó una tercera vacuna, de refuerzo, y en la actualidad, dado el avance de Ómicron, ha aparecido una cuarta vacuna.
Se pensaba, hasta hace poco, que el subsecretario de Salud, Hugo López Gattel, era el único que cometía barbaridades con eso de la pandemia y los contagios. Incluso se llegó a decir que era un político disfrazado de científico. Pero no. Ahora surgió el mero titular de la Secretaría de Salud, Jorge Alcocer, quien, en una de las mañaneras, afirmó que, para los síntomas de gripa o catarro, que pueden ser manifestaciones del Covid 19 e incluso del Ómicron (esto lo señalan los que esto escriben) es suficiente aplicar el viejísimo ungüento de Vick Vaporub, con un tecito caliente. Válgame Dios…