AFP
El Congreso estadunidense adoptó este viernes el plan de inversiones de Joe Biden en materia de clima y salud: una victoria política significativa para el presidente a tres meses de las elecciones de medio mandato.
Los demócratas de la Cámara de Representantes aprobaron la iniciativa de más de 430 mil millones de dólares, tras la votación en el Senado el pasado domingo. El texto, que debe encaminar al país hacia sus objetivos de reducción de gases de efecto invernadero, aún debe ser promulgado por Biden.
“Hoy ganó el pueblo estadunidense. Perdieron los intereses especiales”, tuiteó el presidente poco después de la votación.
Con la aprobación del proyecto, “las familias verán menores precios en los medicamentos con receta, menores costos de atención médica y menores costos de energía. Espero convertirla en ley la próxima semana”, agregó.
Aclamada por las asociaciones de lucha contra el cambio climático, la reforma incluye 370 mil millones de dólares para el medio ambiente y otros 64 mil millones para la salud.
Bautizada “Ley de Reducción de la Inflación”, prevé reducir el déficit público con un nuevo impuesto mínimo del 15 por ciento para todas las empresas cuyos beneficios superen los mil millones de dólares.
Los republicanos critican que se va a aumentar innecesariamente el gasto público.
El ex presidente Donald Trump usó su red Truth Social para llamar a todos los republicanos a pronunciarse en contra, en un momento en que Biden sufre un gran desgaste político de cara a las elecciones intermedias de noviembre, cuyo resultado es incierto y normalmente perjudica al partido en el poder
Inicialmente propuso un plan de inversión aún mayor, pero los demócratas se vieron obligados a reducir sus ambiciones para satisfacer sobre todo al senador Joe Manchin, de Virginia Occidental, un estado conocido por sus minas de carbón. Su apoyo era esencial debido a la escasa mayoría demócrata en el Senado.
Aun así, sigue siendo la mayor inversión jamás realizada en Estados Unidos en materia de clima.
Biden quiere que el país alcance su objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 40 por ciento para 2030 respecto al 2005.
El gobierno aspira incluso a que bajen al menos un 50 por ciento para ese año.
“Sería muy difícil exagerar la importancia de este proyecto de ley”, dijo esta semana Dan Lashof, director del Instituto de Recursos Mundiales. “Al crear incentivos muy fuertes para invertir en energía solar y eólica, prácticamente secará el mercado de la electricidad a partir del carbón durante la próxima década”.
Con esta reforma, un estadunidense recibirá hasta siete mil 500 dólares en créditos fiscales por la compra de un coche eléctrico y se subvencionará en un 30 por ciento la instalación de placas solares en los tejados.
También se prevén inversiones para el desarrollo de técnicas de captura de CO2, el cuidado de los bosques y la renovación de las viviendas de las familias con menos recursos.
Se ofrecerá asimismo miles de millones de dólares en créditos fiscales a las industrias más contaminantes para ayudarles en la transición energética, una medida muy criticada por la izquierda del partido, que pese a todo tuvo que aceptarla.
Muchos latinos se benefician de la ley porque, según el movimiento Climate Power, el 40 por ciento de los hogares con más dificultades para pagar las facturas energéticas en Estados Unidos son latinos y el 50 por ciento afroestadunidenses.
El segundo apartado más importante de este plan de inversión corrige las enormes desigualdades en el acceso a la atención sanitaria en Estados Unidos, en particular mediante la reducción del precio de los medicamentos.
Medicare, un sistema público de salud destinado, entre otros, a los mayores de 65 años, podrá por primera vez negociar directamente los precios de algunos medicamentos con las compañías farmacéuticas, para rebajarlos.
Además, garantiza a las personas mayores que no paguen más de dos mil dólares por año por sus medicamentos, a partir de 2025.
El abaratamiento de los medicamentos ayuda en particular a la comunidad latina, sobre todo a los insulinodependientes. Según el Departamento de Salud, en 2018 los hispanos tenían 1,3 veces más probabilidades que los blancos no hispanos.