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Se desperdician en México 20.4 millones de toneladas anuales de alimentos: Banco Mundial

Columna: “Facetas”

Por Pascacio Taboada Cortina.

Si bien en México se estima que hay alrededor de 26 millones de habitantes calificados en estado de pobreza extrema, lo cual deriva en desnutrición por alimentación deficitaria. Por otra parte, estudios del Banco Mundial dan fe del desperdicio de por lo menos 20.4 millones de toneladas anuales de alimentos, prácticamente en manos de las centrales de abasto y de consumidores intermedios, que los desechan por deterioro debido a malos sistemas de conservación.

Estas pérdidas, no solamente se reflejan en volúmenes de alimentos ya producidos, sino en un trabajo extraordinario de productores en varios frentes: preparación de tierras de cultivo, uso de agua agrícola, semillas, insumos como abonos naturales, fertilizantes foliares y radiculares, combate y control de plagas, mano de obra en todo el proceso productivo, desde la siembra, el desarrollo, cosecha, transporte, distribución y comercio al mayoreo y menudeo. Esto es una paradoja.

En un país donde hay familias pobres que padecen hambre –sí, ya estamos llegando a ese grado—donde la gente no consume los mínimos nutricionales, es infame que se desperdicien cantidades extraordinarias de alimentos. Ah, pero estas pérdidas, no son las únicas!. Se estima que en granos alimenticios almacenados y en cultivos en pie; es decir, en desarrollo, este índice de daños puede llegar al 30 y 40 por ciento. Las causas son las plagas y enfermedades.

Entre las plagas, podemos citar a toda clase de insectos dañinos (sí, porque también hay insectos benéficos. Son aquellos que se alimentan de insectos nocivos adultos, en estado larvario o en huevecillos). También la rata de campo –las de cuatro patas y cola—y otros vertebrados como coyotes (también de cuatro patas y cola) tuzas, tejones, aves silvestres, entre ellas los tordos, gorriones y otros ‘pájaros de cuenta’.

En el maíz es común que en la milpa las mariposas pongan sus huevecillos en la punta del elote, donde surge el ‘pelo de elote’, de los cuales surge una pequeña larva que se alimenta de los primeros granos tiernos, hasta que, llegado el tiempo, emerge un nuevo adulto, que es otra mariposa. Esta planta padece también otras plagas que se hospedan en el tallo y en las raíces.

El azote del trigo, desde hace miles de años, es la llamada “roya”. Es un hongo que se hospeda en el envés de las hojas, las cuales se amarillentan y caen. La cosecha se reduce o se pierde en su totalidad.

De acuerdo con la información proporcionada por el Banco Mundial, esa cantidad de alimentos que se desperdician, servirían para alimentar a una población de más de 7 millones de habitantes; posiblemente muchos más, pero es un mundo de gente necesitada de alimentos y que no tiene al alcance de la mano.

El cálculo de esa institución bancaria mundial –en otros tiempos y para otros fines, se denominó Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento—es de un valor de más de 490 mil millones de pesos.

El desperdicio de 20.4 millones de toneladas de alimentos, se refiere a productos perecederos todos, los cuales arrojados o depositados a la intemperie, como basura, genera otro tipo de problemas, como es el hecho de que arrojan al medio ambiente una cantidad extraordinaria de Bióxido de Carbono, volumen similar al que despiden emisiones del mismo producto (Co2) 15 millones de vehículos anualmente.

El problema de estos desechos orgánicos, se presenta en su mayor parte en el último eslabón de la cadena productiva, que es el de la comercialización.

Ese es otro problema, analiza el BM, porque en México escasamente operan alrededor de 66 Centrales de Abasto de Alimentos, mientras que en todo nuestro territorio existen más de 300 ciudades, cada una con una población de entre 50 mil y 100 mil habitantes; otras de 100 mil a 500 mil y así no es raro que existan urbes de 800 mil y un millón de habitantes.

Se supone que en México las reservas de alimentos son mínimas, sobre todo en productos perecederos. En granos básicos, como maíz, frijol, arroz y trigo, se manejan inventarios por tres meses de consumo. En perecederos se cosechan y de uno a dos días, ya están a la venta en los mercados.

En frutas y hortalizas, se da el caso del “turismo de alimentos”. Es increíble que el 50 por ciento del abasto nacional de alimentos, se comercialicen desde la Central de Abasto de la Ciudad de México. Así, las frutas, por decir el plátano, se cosecha en Chiapas, Veracruz y Tabasco, llegan cargamentos a la Ciudad de México y regresan a los centros turísticos del sur sureste, por tierra, para su consumo.

Simplemente se requiere cambiar totalmente el sistema productivo, el sistema de distribución y consumo de alimentos.