Por Pedro García.
Con la novedá que el panista, Javier Lozano se incorporó –previa renuncia al panismo-, a la campaña del ciudadano Meade en rechazo al también azul, Ricardo Anaya dizque porque este es un dictador que imita prácticas que tanto criticamos (los panistas) en otros partidos (¿acaso el PRI?).
Haiga sido como haiga sido, el PAN -es necesario recordar-, acordó el Pacto por México bajo el liderazgo de Peña Nieto, mismo que ahora hasta Anaya cuestiona por el gasolinazo, y del cual no quiere asumir responsabilidades.
Ved que Lozano no renunció para apoyar a la esposa de Felipe Calderón, Margarita Zavala, también ex panista, y precandidata Independiente, seguramente porque intuye que ella no ganaría la contienda el 1 de julio, y mejor se pasa a una posición de mayor expectativa para su futuro personal en el servicio público.
Lozano se pasa con Meade y ya figura en una foto acompañado del precandidato, el dirigente priista Enrique Ochoa y el coordinador Aurelio Nuño, en donde estará facultado como vicecoordinador de Mensaje, es decir, probablemente el que va a dotar al aspirante de “materia” discursiva para combatir y abatir “políticamente” a López Obrador y, por supuesto, a Ricardo Anaya.
Y como los tiempos políticos ya no están ordenados por ideología alguna, ni principios, de los que tanto habla Javier Lozano, los priistas ya abrazan a un político Conservador, Derechista y combatiente del Sindicalismo, para no quedar al margen de las coaliciones inimaginables.
Otro enfoque implica que el Calderonismo a través de Lozano y muy posiblemente Ernesto Cordero, le estén devolviendo “la copa” al PRI, partido cuyos cuadros distinguidos como Elba Esther y ex gobernadores, apoyaron al panista Felipe en su ascenso al poder, en repudio de Roberto Madrazo, aunque de eso el tricolor no haya señalado de traidor a ninguno de los suyos, apoyadores del entonces aspirante del partido conservador.
En fin, son movimientos que ya nada tienen que ver con los Principios de los partidos en cuestión, coincidentes al Centro-Derechista de la geometría política. Así, la moneda está en el aire, falta ver realmente quién será el factor de la victoria: el Tío Sam o el oso Ruso, señalados como inminentes intrusos en los comicios mexicanos que “iban” a ser los más disputados. También faltaría ver si se ofrecerán dólares o rublos por cada voto.