Reuters
El puerto de aguas profundas de unos 3,500 millones de dólares, que operará a fines del próximo año, dará a China el control de una puerta de entrada clave a la región rica en recursos, donde durante 10 años ha destronado a Estados Unidos en términos comerciales, devorando soja, maíz y cobre.
En septiembre, un grupo de empresarios y funcionarios brasileños llegó al pueblo pesquero peruano de Chancay. El atractivo: un megapuerto que construye China prometiendo una rápida ruta en busca de impulsar el lazo comercial de América del Sur con Asia.
El puerto de aguas profundas de unos 3,500 millones de dólares, que operará a fines del próximo año, dará a China el control de una puerta de entrada clave a la región rica en recursos, donde durante 10 años ha destronado a Estados Unidos en términos comerciales, devorando soja, maíz y cobre.
El terminal será el primero controlado por Pekín en América del Sur, que recibirá grandes buques de carga que podrían dirigirse directamente a Asia, lo que supone un recorte de más de dos semanas para algunos exportadores.
Pekín y Lima esperan que Chancay sea un nuevo centro de exportación regional, tanto para la nación andina rica en cobre, como también para los agricultores del oeste de Brasil, cuyos cargamentos de soja viajan actualmente a través del Canal de Panamá o bordeando el Atlántico antes de dirigirse a China.
“El megapuerto de Chancay apunta a convertir al Perú en un hub comercial y portuario estratégico entre Sudamérica y Asia”, dijo el ministro peruano de Comercio Exterior y Turismo, Juan Mathews Salazar, quien suele bromear diciendo que Chancay suena a Shanghái, el gigante puerto chino.
La obra es parte de la iniciativa “La Franja y la Ruta” que China lleva una década, y plantea un reto para Estados Unidos y Europa que buscan frenar el ascenso chino en América Latina. La fuerza comercial de Pekín le ha ayudado a ganar aliados e influencia en foros políticos, financieros y tecnológicos.