El sector productivo del campo padece depresión. Es uno de los más afectados por esquemas y programas diferentes en su aplicación implantados por un modelo de desarrollo que no termina de ser experimental.
La actitud de la población rural frente a la pandemia y la escasez de recursos del gobierno federal para el desarrollo de la producción agropecuaria, es de preocupación y reflexión, por razón de que más del 65 por ciento de los productores del campo tienen una edad de entre 55 y 75 años; sus líderes fueron apagados “como de rayo”; mientras que el presupuesto federal de 2020 se redujo en 27 por ciento respecto de 2019 –19 mil millones de pesos menos– y, el de 2021, tampoco respondió a las expectativas.
Los pronósticos de instituciones nacionales y extranjeras, indican que México verá aumentado el número de pobres en 12 millones de personas por efecto de la pandemia y bajos índices de inversión privada y oficial, que se agregarán al 50 por ciento de la población mexicana que ya tenía esa condición en años pasados recientes. Una parte importante de esta cantidad de connacionales, vive en el sector rural.
Sobre el estado que guarda el campo mexicano, el titular de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, Víctor Villalobos, afirma despreocupado que el sector está creciendo a pesar de la crisis económica y sanitaria. Al cierre de este año, dijo, se espera un crecimiento sectorial cercano al 3 por ciento; un superávit de más de 10 mil millones de dólares en números gruesos.
Reconoció que México podría importar mano de obra para el sector agrícola”, a fin de atender cultivos de exportación, como “berries”, fresas, verduras y espárragos, cuando lo que urge a los pequeños y medianos productores nacionales es aumentar la productividad en maíz para consumo humano, frijol, arroz, trigo y oleaginosas, donde este país es deficitario.