En estos tiempos marcados por la pandemia de Covid 19, investigadores y especialistas en nutrición recomiendan una alimentación adecuada y completa para toda la población. Sin embargo, en México existen núcleos de población que padecen ancestralmente diversos niveles de pobreza y su consecuencia la desnutrición, agravados ahora por el ataque de Coronavirus. Esto aumenta la sensibilidad de los pobres al contagio.
De acuerdo con el análisis del INEGI y el Coneval (Consejo Nacional de Evaluación de las Políticas de Desarrollo Social) más del 50 por ciento de los mexicanos mantienen un estatus de pobreza desde hace algunas décadas. A esto, hay que señalar que, más de 20 millones de personas, padecen pobreza extrema, de manera que son segmentos de población vulnerables al ataque de enfermedades conocidas o que cíclicamente se presentan, y padecimientos extraordinarios, como es el caso del virus SARS-CoV-2 que, por descuido o malas estrategias de las autoridades sanitarias y del gobierno federal, “invaden en despoblado”.
Se estima que el crecimiento económico de México sufra este año, por tercer año consecutivo, una reducción del Producto Interno Bruto (PIB), del 9 por ciento, lo cual es calificado como catastrófico, sobre todo que el aumento del PIB en las últimas cuatro décadas anteriores al presente gobierno, fluctuó entre el 2 y 2.5 por ciento anual.
La pandemia y, sobre todo el retroceso de políticas públicas en todas las instancias de gobierno, en función de la reducción del Presupuesto de Egresos de la Federación, lo que esperamos los mexicanos es una reducción por varios años, no sólo del producto nacional; la crisis se verá reflejada en una baja dramática de 12 millones de puestos de trabajo formales, no de salario mínimo, que ya manifiestan su inquietud y desánimo en sectores tan vitales como los servicios (el turismo es uno de ellos), la industria automotriz y el sector productivo de alimentos.
En el sector primario del país, sucede algo extraordinario. Sabemos que el crédito oficial está por los suelos; que desmantelaron los servicios técnicos y que la reducción del presupuesto federal ha ido para abajo en los últimos tres ejercicios, dos ya cumplidos (2019 y 2020) y el correspondiente al presente año; la maquinaria agrícola ha envejecido; no hay plan de nuevas inversiones para renovación de equipos, y las importaciones de granos crecen año tras año.
El único crédito que hay para el campo, es el de la banca comercial, cuyos intereses, con la complacencia del gobierno, son de agio vil. Usted paga su financiamiento, y el banco le sigue cobrando intereses. El Citibanamex es un ejemplo.
En Agricultura no caben de felicidad, porque los resultados de esta administración en los dos años anteriores, indican aumentos del 2 y 3.5 por ciento en la producción total.
A esto, sólo podemos sospechar que “en el campo hay magia”, a menos que los 40 mil 600 millones de dólares que envían nuestros compatriotas por remesas –esa es la cifra que maneja el presidente López Obrador, y por lo cual se frota las manos—subsidien la falta de apoyo gubernamental que hay en el sector agropecuario.
Además, dice el secretario de Agricultura, es todo un éxito el comercio exterior agrícola mexicano. El saldo del año pasado en la balanza comercial, es un superávit de más de 10 mil millones de dólares. Todo esto, en tiempos de pandemia.
De vuelta a la importancia de la nutrición de los mexicanos y en particular el consumo de leche en México, estudios de la Organización de las Naciones Unidas dan fe de que el consumo per cápita del alimento apenas llega a 250 mililitros, cuando este organismo recomienda 500 mililitros diariamente (medio litro).
Desde hace muchos años la FAO calificó a la leche de bovino como el alimento más completo en cuanto a elementos nutritivos. Un vaso de leche (200 ml) aporta aproximadamente 30% de la dosis diaria de calcio recomendado, nutriente que ayuda a formar y mantener huesos y dientes fuertes.
Otorga un porcentaje importante de las recomendaciones diarias de otros nutrientes fundamentales, como el Potasio (11%), necesario para el tono y contracción de los músculos, Fósforo (20%), que ayuda a fortalecer los huesos y genera energía en las células del cuerpo; y aproximadamente un 15% (dependiendo de la edad del niño), del requerimiento diario de proteínas de alto valor biológico, nutrientes necesarios para la formación de la estructura de nuestras células.
De la misma forma, un vaso con leche provee al organismo de otros nutrientes necesarios para su correcto funcionamiento, como Vitamina D, Vitamina A, Vitamina B12 y otras vitaminas del complejo B (Vitamina B2 y Niacina).