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Política y Gente

Por Pedro García

Interesante, y de lo más atractivo, es el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador quien ha comenzado a desplegar su estrategia de guerra política al detectar y señalar públicamente el frente enemigo: el empresariado irredento con sede en Monterrey, Nuevo León, fuertemente aliado con ricachones de la Ciudad de México y otros del Consejo Mexicano de Negocios que actúan como “moderados” y proclives al diálogo con el habitante del Palacio Nacional.

El Presidente está en lo cierto cuando resalta que el ataque más reciente hacia su gobierno es una simulación de los verdaderos motivos que grandes empresarios tienen con el objetivo de desinflarlo y preparar su derrocamiento.

También es verdad que, aunque AMLO llegó al poder por la vía democrática, los ricos de Monterrey y sus cofrades de la capital de la República no aceptaron ni acaban de toleran que el tabasqueño consiguiera la Presidencia.

Los mexicanos más ricos estuvieron muy cómodos con el dominio político y electoral del PRI. Jamás alzaron la bandera de la democracia y fue hasta el gobierno de Salinas de Gortari cuando lograron meter al PAN al poder donde hubo un juego de presiones externas por la apertura económica que se iniciaba y CSG debió aparentar que, el suyo, era un régimen democrático.

Si bien Ángel Gurría dijo en Monterrey que el PRI todavía iba a durar 25 años más en el poder, el pronóstico falló por la guerra intestina en el tricolor que acarreó problemas profundos al país.

Recordamos las diarias conferencias de prensa de las cámaras empresariales regias que demandaban terminar la corrupción y las condenas al déficit público, la alta inflación, exigían la reducción del gasto público y derivar recursos al financiamiento de las empresas, entre muchas exigencias más.

Pero siempre estuvieron contentos con el PRI en donde los ricos industriales de Monterrey y una docena más de empresarios del centro del país no les dolió el codo para cooperar cantidades millonarias por cabeza para la campaña del candidato presidencial del Tri. El famoso “pase de charola”.

Ahora los dueños de Monterrey detestan a AMLO porque ya no hay “pase de charola” sino, “pásale a la báscula”, del SAT, y lo que viene en la materia de la electricidad.

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